Ataques a la Libertad de Prensa en Turquía: La detención de Mehmet Kamış revela un patrón inquietante

La reciente detención de Mehmet Kamış, ex subdirector de redacción del ya extinto periódico Zaman, en İzmir bajo cargos de intento de derrocar el orden constitucional, es un indicador preocupante de la continua agresión de Turquía contra la libertad de prensa y la disidencia. Este arresto, bajo el pretexto de su presunta participación en el intento de golpe de Estado de 2016, envía un mensaje inquietante a periodistas y profesionales de los medios en Turquía y más allá.

Mehmet Kamış, ex subdirector de redacción del periódico Zaman.

Kamış, conocido por sus columnas en el diario Zaman, fue detenido por la Organización Nacional de Inteligencia de Turquía (MİT, por sus siglas en turco) y la unidad de crimen organizado del Departamento de Policía de İzmir. Zaman, en su momento el periódico más vendido de Turquía fue cerrado por el Gobierno turco después del intento de golpe, acusado de vínculos con el movimiento Gülen, al cual el gobierno responsabiliza del golpe pero que niega cualquier participación.

El cierre de Zaman y el señalamiento de su personal forman parte de una amplia represión contra el movimiento Gülen, catalogado como una organización terrorista por el Gobierno turco. Esta represión ha llevado a muchos periodistas a huir de Turquía para evitar lo que temen sería un arresto ilegal, mientras que otros que se quedaron han enfrentado largas condenas de prisión por supuestos vínculos con el movimiento.

Kamış, junto con otras 16 personas, en su mayoría periodistas de Zaman y otros medios afiliados al movimiento Gülen, enfrenta acusaciones infundadas en un juicio que no es más que una farsa de la justicia. Se les acusa de ayudar presuntamente en los esfuerzos del movimiento por derrocar al gobierno, con afirmaciones infundadas de tener conocimiento previo del golpe y de enviar mensajes a favor del golpe.

La absurdidad de los cargos contra Kamış y otros se destaca con la inclusión de un anuncio de Zaman TV, emitido meses antes del golpe, como evidencia. La afirmación del fiscal de que el anuncio, que muestra a un bebé sonriendo después de escenas caóticas, era un mensaje codificado para el golpe no solo es inverosímil; es un ejemplo alarmante de hasta dónde llegará el Gobierno turco para silenciar la disidencia.

El trato dado a Kamış, mostrado en su detención enérgica capturada por los medios estatales, y los graves cargos que enfrenta, incluyendo tres cadenas perpetuas agravadas y años adicionales por presunta membresía en una organización terrorista, son sintomáticos de un problema más grande y siniestro en Turquía. Grupos de derechos humanos han acusado durante mucho tiempo a Turquía de socavar sistemáticamente la libertad de prensa, especialmente desde la fallida intentona militar de 2016. La posición del país en el Índice Mundial de Libertad de Prensa 2023 de Reporteros Sin Fronteras en el puesto 165 de 180 países es un testimonio contundente de esta realidad.

El caso de Kamış no es aislado. Refleja un patrón preocupante en el que el Gobierno turco, bajo el presidente Recep Tayyip Erdoğan, ha restringido cada vez más las voces críticas y ha limitado la libertad de prensa. Este patrón, que incluye el cierre de medios de comunicación y el arresto de periodistas, representa una amenaza grave no solo para los valores democráticos y los derechos humanos, sino también para el tejido mismo de la sociedad turca.

Ya es hora de que la comunidad internacional, los grupos de derechos humanos y los defensores de la libertad de prensa tomen una posición firme contra el flagrante desprecio de Turquía por la integridad periodística y la libertad de expresión. El silencio continuo y la inacción solo fortalecerán a un régimen autoritario que busca aplastar cualquier forma de disidencia. El arresto y enjuiciamiento de Mehmet Kamış y sus colegas deben ser reconocidos por lo que son: un ataque directo a la libertad de prensa y una violación flagrante de los derechos humanos básicos. Se requiere una acción urgente para garantizar su liberación y restablecer las libertades fundamentales que son la piedra angular de cualquier sociedad democrática.

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