A medida que se acerca el Día Internacional de la Mujer de este año, el tema de la igualdad de las mujeres es más apremiante que nunca. En el último año hemos sido testigos de una reacción violenta contra los derechos de las mujeres y las niñas y la igualdad de género en casi todo el mundo. Debemos unirnos como comunidad global para abordar los numerosos retos y las injusticias a los que se enfrentan las mujeres de todo el mundo si queremos alcanzar nuestros objetivos globales de desarrollo sostenible y paz universal.
La crisis del COVID-19 ya había exacerbado la discriminación y la violencia de género preexistentes. El mundo aún no se ha recuperado de la recesión económica y del cambio en las prácticas laborales que tuvieron un impacto negativo en los derechos de las mujeres.
La reciente toma del poder por los talibanes en Afganistán ha tenido un impacto devastador en los derechos y libertades de las mujeres del país. Las mujeres se ven obligadas a quedarse en casa y su acceso a la educación y la atención sanitaria está gravemente limitado. Los primeros informes indican que alrededor del 16% de las mujeres han perdido su empleo tras la toma del poder. La situación de las abogadas es especialmente preocupante, ya que están siendo perseguidas por antiguos presos liberados por el régimen talibán. Es nuestro deber solidarizarnos con estas mujeres y pedir que se protejan y defiendan sus derechos.
En Irán, el movimiento contra el uso obligatorio del velo ha puesto de manifiesto la opresión sistemática de las mujeres en el país. El régimen iraní ha sido responsable de la muerte de muchas niñas que se han manifestado en contra de las leyes opresivas que restringen su libertad. Más de 1000 niñas han sido envenenadas con gas tóxico en Irán desde el comienzo de las protestas, en lo que muchos creen que es un intento deliberado de obligar a sus escuelas a cerrar e impedir que las niñas lleguen a la opinión pública con sus reivindicaciones. Debemos exigir al Gobierno iraní que respete los derechos de las mujeres y las niñas y tome medidas inmediatas para poner fin a estas atrocidades.
El historial de derechos humanos del Gobierno turco es ya el más bajo de su historia y está muy por debajo de cualquier norma aceptable en una sociedad democrática. Las estadísticas oficiales sugieren que, entre 2015 y 2021, 97.721 mujeres fueron juzgadas en virtud de las leyes antiterroristas de Turquía, 24.945 de las cuales recibieron penas de prisión. Según los informes, las leyes antiterroristas de Turquía se utilizan para silenciar a la oposición en el país. Las cárceles turcas están superpobladas y las reclusas son sometidas a diversas formas de trato inhumano, como acoso sexual, cacheo con desnudo y tortura psicológica. La renuncia de Turquía al Convenio de Estambul fomentó la impunidad de los delitos contra las mujeres. Sólo en 2022, 334 mujeres fueron asesinadas por hombres y sólo se resolvió un número mínimo de estos casos.
El reciente terremoto en Turquía y Siria ha demostrado una vez más que las mujeres y las niñas suelen ser las verdaderas víctimas de las catástrofes naturales o provocadas por el hombre. Ya hay indicios de que el régimen está desalentando las iniciativas civiles para participar y controlar de forma independiente los esfuerzos de rehabilitación. Ya se ha restringido el acceso a las redes sociales en varios lugares. Cuando un régimen ya de por sí autoritario restringe la participación y la comunicación, hay motivos suficientes para preocuparse. La comunidad internacional debe presionar al Gobierno turco para que garantice que las mujeres y niñas de poblaciones vulnerables reciben el apoyo y los recursos que necesitan para reconstruir sus vidas.
En Ucrania, el conflicto actual ha tenido un impacto especialmente devastador en las mujeres. Las cifras de la Agencia de la ONU para los Refugiados indican que el 80% de los 8,3 millones de ucranianos desplazados son mujeres y niñas. Estas mujeres son a menudo objeto de violencia y abusos sexuales, y les toca cargar con el peso de las consecuencias de la guerra. Debemos hacer todo lo que esté en nuestra mano para apoyar a las mujeres de Ucrania y garantizar que sus voces sean escuchadas.
No debemos olvidar el impacto que las restricciones occidentales en cuanto a la inmigración están teniendo en las mujeres. Muchas mujeres se ven obligadas a abandonar sus hogares y familias en busca de una vida mejor, no obstante, se enfrentan a la discriminación y las penurias en sus nuevos países. Incluso cuando las historias de inmigración que ocupan los titulares de los periódicos son sobre hombres, hay mujeres y niñas silenciosas que sufrirán las repercusiones de esas historias, sin ser escuchadas ni ayudadas. Debemos pedir a los gobiernos que se esfuercen más para apoyar a estas mujeres y proporcionarles los recursos que necesitan para prosperar.
Las mujeres y las niñas se quedan atrás a la hora de disfrutar de los avances de las nuevas tecnologías. La brecha digital es mayor para las mujeres y son víctimas de nuevas formas de violencia y acoso en línea. Es esencial garantizar que las nuevas tecnologías incorporen un enfoque que dé prioridad a los derechos humanos y prioricen la protección de las mujeres y las niñas en sus plataformas.
Últimamente, al celebrar este año el Día Internacional de la Mujer, recordemos que la equidad de la mujer no es un privilegio, sino un derecho humano fundamental. Seamos conscientes de que no podemos alcanzar la igualdad de género sin erradicar la violencia de género. Entendamos que, con la mitad de su población rezagada, ninguna sociedad puede alcanzar su pleno potencial.
Debemos permanecer unidos y exigir que los gobiernos y otras instituciones tomen medidas inmediatas para abordar los numerosos retos e injusticias a los que se enfrentan las mujeres en todo el mundo. Sólo entonces podremos construir un mundo más justo y equitativo para todos.