por María Dolores Masana Argüelles*
“Hago un llamamiento a los gobiernos para que impulsen la libertad de prensa y protejan a los periodistas. Promover una prensa libre es defender nuestro derecho a la verdad”. Son palabras de António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, con ocasión del día internacional de la Libertad de Prensa. Este año, Reporteros sin Fronteras adopta, en la misma línea, el lema “La verdad necesita Periodismo”.
Nuestras sociedades, sometidas hoy al bombardeo de falsas noticias y posverdades, precisan, más que nunca, la voz de todos los periodistas encarcelados en diversos países del mundo. Porque una sociedad desinformada es una sociedad desvalida, es una sociedad que camina a oscuras.
Sin hablar de los últimos países de la clasificación anual de Reporteros sin Fronteras, verdaderos “agujeros negros” para los informadores, acabamos de asistir en Estambul a la vergonzosa condena de catorce periodistas del rotativo Cumhuriyet a penas de cárcel de hasta nueve años. Hablar hoy de Turquía es hablar de un país liberticida. A caballo del caudillismo ejercido por Erdogan, tras el fallido golpe de Estado de julio del 2016, los profesionales de la comunicación se perfilaron como uno de los colectivos más perseguidos. Incalificable conducta especialmente para un país que aspira a entrar en el club comunitario. Recordemos que el pasado 20 de marzo el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó por primera vez a Turquía por el continuo encarcelamiento de periodistas desde el 2016.
El director y fundador de la Plataforma Pro Derechos y Libertades, y también periodista, Mehmet Siginir, afirma que Erdogan “ha venido realizando una purga sistemática contra todos los disidentes del país bajo el estado de excepción, aún vigente”. Y sigue: “Hay más de 189 medios de comunicación confiscados y unas 1.300 oenegés cerradas. Con más de 150 periodistas encarcelados Turquía es hoy la mayor cárcel de periodistas del mundo”.
Siginir destaca que “obviamente en los juicios tanto en el caso del diario Cumhuriyet como en el de Zaman u otros periódicos prokurdos, quien en realidad se hallaba sentado en el banquillo de los acusados era el periodismo libre porque los argumentos de la Fiscalía eran tan absurdos que el tribunal tuvo que condenar a los periodistas por un supuesto delito de ‘apoyo a grupos terroristas’, desde el movimiento Gülen, famoso cabeza de turco en la era posgolpe, hasta el independentista kurdo PKK. Sin duda alguna, la cuestión kurda es uno de los temas que aprovecha el Gobierno islamista de Erdogan para reprimir las libertades”.
Mehmet Siginir denuncia en la misma línea la represión contra el izquierdista y pro kurdo HDP (Partido Democrático de los Pueblos) como “uno de los ataques más importantes que el Gobierno turco ha llevado a cabo sin tregua contra la libertad de asociación, de reunión y de expresión desde el 2016”. «El encarcelamiento de los líderes del partido y de otros dirigentes electos por cargos dudosos no sólo es una gran amenaza para la viabilidad de la democracia turca, sino que también complica la resolución del antiguo problema kurdo en Turquía. Al mismo tiempo que demoniza al HDP, y a los kurdos, el Gobierno turco forja sus relaciones con otros actores islamistas de la zona”, zanja el periodista turco.
Hoy, día mundial de la Libertad de Prensa exigimos al presidente Erdogan la inmediata excarcelación de todos los periodistas condenados en Turquía por llevar a cabo su trabajo: informar, explicar, opinar… derechos humanos, todos ellos, reconocidos internacionalmente como universales.
* María Dolores Masana Argüelles, expresidenta y miembro de la junta directiva de Reporteros sin Fronteras