[OPINIÓN] El Estado paralelo de Erdogan en Kosovo funciona a pesar del primer ministro Haradinaj

por Julien Hoez

El 29 de marzo de 2018, seis ciudadanos turcos de un colegio de Kosovo fueron “urgentemente” detenidos, arrestados y posteriormente deportados a Turquía debido a supuestos vínculos con el clérigo exiliado Fethullah Gülen. No cabe duda de que esta medida se produjo tras la tremenda presión política del Gobierno turco.

Según la Agencia Anadolu de Turquía, el servicio secreto turco (MIT) ha cooperado de manera excelente con las fuerzas de seguridad de Kosovo para deportar a estos educadores.

El incidente se produjo cuatro días después de que los dirigentes de la UE estrecharan la mano del presidente Erdogan durante la Cumbre UE-Turquía celebrada en Varna, Bulgaria. En la conferencia de prensa, Erdogan declaró que Turquía es un país en el que prevalece el Estado de Derecho y en el que su Gobierno garantiza los derechos y libertades fundamentales. Entonces, los cuatro líderes acariciaron una pose con una sonrisa sonriente.

El primer ministro de Bulgaria, Boyko Borissov, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, el presidente de Turquía, Tayyip Erdogan, y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, asisten a una conferencia de prensa en la residencia de Euxinogrado, cerca de Varna (Bulgaria), el 26 de marzo de 2018.

De hecho, hace varios meses se produjo un incidente similar en Kosovo. La Policía de Kosovo arrestó a otro académico turco, Ugur Toksoy, por ser seguidor del movimiento Gülen –que Erdogan ha calificado de organización terrorista- y por participar en el intento de golpe de Estado de 2016. El juez de Pristina decidió una detención de 40 días en espera de una decisión sobre la extradición a Turquía, aunque no había pruebas de ninguno de esos delitos, salvo una orden de detención de Turquía.

Dicho esto, lo que ocurrió ayer en Kosovo es escandaloso por su naturaleza y diferente del mencionado anteriormente. En primer lugar, Ramush Haradinaj, el primer ministro, no fue informado de la situación. En Facebook, Haradinaj publicó una declaración que planteaba preguntas sobre la aparente urgencia de la deportación.

En Twitter publicó una declaración similar, señalando que “como primer ministro, [él] no fue informado de esta operación, por lo que actuaré de acuerdo con mis competencias legales y constitucionales”.

Esto siguió a una confusión inicial con respecto a las circunstancias de la detención, ya que el ministro del Interior había declarado inicialmente que los seis nacionales turcos habían sido detenidos debido a una cuestión de derechos de residencia.

Sin duda, este acontecimiento plantea interrogantes sobre la posición del primer ministro dentro de su propio Gobierno. Del mismo modo, hay varias preguntas que se podrían hacer con respecto a la posible naturaleza clandestina de estas deportaciones.

A ese respecto, hay que preguntarse, si no es el primer ministro, ¿quién lo autorizó sin su conocimiento y por qué? El episodio más reciente de este acontecimiento ha sido la exigencia del primer ministro de que el ministro del Interior renuncie a su cargo, lo que nos lleva a preguntarnos por qué, y si existe la posibilidad de que se tratara de una cuestión de corrupción por parte de Turquía dentro del Gobierno de Kosovo.

Y lo que es más importante, ¿tiene algún papel el presidente Hashim Thaçi, que se sabe que está muy cerca del Gobierno turco? Después de todo, parece que Erdogan de Turquía tiene un Estado paralelo en Kosovo que ejecuta decisiones sin el conocimiento del actual primer ministro y ministro de Asuntos Exteriores.

En segundo lugar, lo que ocurrió en Kosovo debe considerarse parte de las ambiciones de Erdogan para toda la región. Desde el intento de golpe de Estado en junio de 2016, ha estado persiguiendo una agenda muy dura para eliminar a sus oponentes, principalmente seguidores del movimiento Gülen, no sólo en Turquía, sino también en países donde Turquía puede ejercer influencia a través de diversos medios.

Los Balcanes Occidentales han sido una de las regiones en las que el Gobierno de Erdogan ha hecho operativo sus instituciones financiadas por el Estado en coordinación con sus enviados para llevar por la fuerza a los simpatizantes del movimiento Gülen a Turquía a través de medios ilegales, incluyendo secuestros y deportaciones mafiosos a través de operativos de inteligencia.


Como Estado-nación pequeño y relativamente joven dentro de los Balcanes Occidentales, Kosovo es obviamente vulnerable a las influencias de múltiples actores internacionales: especialmente Turquía, Rusia y la Unión Europea. Turquía también es un importante partidario del pequeño Estado, con múltiples proyectos financieros en marcha e inversiones en Kosovo, lo que aumenta su vulnerabilidad a cualquier presión política que Turquía pueda decidir ejercer sobre su Gobierno.

En consecuencia, todo el asunto también ha puesto de relieve los peligros que Recep Tayyip Erdogan plantea para la región. Está muy claro que cuanta más presión ejerza la Turquía de Erdogan sobre sus propios disidentes políticos en los Balcanes Occidentales, más se alejarán estos países de su camino hacia la UE.

El resultado de la deportación de seis ciudadanos turcos basada en la petición del Gobierno de Erdogan es que un país como Kosovo con la perspectiva de la integración en la UE está ahora al borde de una crisis interna en la que el primer ministro acusa al presidente y al ministro del Interior de actuar de acuerdo con las demandas autoritarias de Erdogan.

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